Velimir Perasovic (Split, Croacia, 1965) termina de aparcar (“cinco minutos más, que aquí hay poca cobertura”) y se adentra en una conversación en la que es evidente que tiene más ganas de hablar de baloncesto que de la guerra entre Ucrania y Rusia. Ha entrenado al Unics Kazan estas tres últimas temporadas con un halo de clandestinidad porque desde que se produjo la invasión los rusos ya no juegan torneos continentales.

En Perasovic se mezclan la racionalidad y el humor eslavos, siempre con un ojo puesto con lo que pasa en España, el país en el que desarrolló gran parte de su carrera. Su discurso está barnizado de positividad, por mucho que los éxitos que ha logrado a orillas del Volga hayan pasado algo inadvertidos y el cuerpo se le queje todavía de los recuerdos de tantas batallas sobre la pista.

Desde que los equipos rusos no pueden jugar en Europa parece que nos hemos olvidado un poco de lo que sucede allí. ¿Cómo va su experiencia allí desde que llegó en 2021?

En el primer año jugamos la Euroliga y fue un gran desafío. Hicimos un gran  equipo con gente como Mario Hezonja y Lorenzo Brown. Cuando empezó la guerra estábamos jugando muy buen baloncesto, dentro de ‘playoffs’. Pero los jugadores se fueron y hubo un periodo de mucha incógnita durante un mes. Luego algunos volvieron, pero no fue igual y no pudimos seguir en la Euroliga. En la liga rusa perdimos en semifinales con Zenit ya sin medio equipo. En la 2022-23 cambiamos totalmente la plantilla y logramos ganar la VTB League por primera vez en la historia. Fue un éxito. Este año fuimos primeros en la liga regular y hemos llegado a la final en Rusia contra CSKA, pero tuvimos lesiones importantes y no pudimos más. De todos modos, hemos dado un paso adelante.

¿Qué tal se vive en Kazán, a casi mil kilómetros de Moscú?

Bien. Es una ciudad grande con más de un millón de habitantes, un sitio turístico donde viene mucha gente. Hace frío en invierno con hasta -30 grados, pero no lo notas porque no vas a la calle. No veo mucha diferencia respecto a otros sitios de Europa excepto porque algunos productos cambian de nombre. Estoy rodeado de mucha gente que traje conmigo, que depende de mí, y estamos juntos.

¿No echa de menos España?

No, ¡porque no me llama nadie! (risas). Es evidente que sí. Estuve allí más de veinte años. Mis hijos han crecido allí, sobre todo uno de ellos.

¿Cómo cree que afectará a la larga el veto de la FIBA y el COI al baloncesto ruso?

Es difícil fichar a los jugadores que quieres, ni siquiera pagando mucho más que los demás, porque no quieren venir, pero cada día hay más opciones. Esto está cambiando porque se paga bien y además en la competición no hay problemas y todo se desarrolla bien. La excepción es viajar a Kuban porque está cerca de la frontera con Ucrania y allí no puedes ir directamente en avión.  Tienes que ir a Sochi y después coger un tren. A la larga sí que creo que será un problema para el baloncesto ruso no jugar en Europa. Se intenta compensar trayendo a equipos serbios y turcos en pretemporada para que compitan aquí y desvincular el baloncesto de todo lo que está pasando.

La liga rusa sigue teniendo nombres importantes y usted mismo ha dirigido en el Unics a ex de la Liga Endesa como Nenad Dimitrijevic, Louis Labeyrie, Erick Green o Ismael Bako. ¿Cuál es el atractivo de jugar allí aparte de la cuestión económica?

Está todo muy bien organizado y hay muchas facilidades para todo. No veo muchas diferencias con la acb, por ejemplo. Esta es una liga muy dura, con cinco o seis americanos, buenos entrenadores como Xavi Pascual… Los pabellones están llenos y eso es algo que no esperaba. Quizás se debe a que no hay competiciones europeas y la gente se centra más en los partidos de aquí.

Se dice que un jugador evoluciona en su carrera. ¿Un entrenador también lo hace o tiene las mismas ideas que cuando dirigió en Baskonia (tres etapas), Sevilla, Estudiantes y Valencia?

Creo que sí he cambiado, aunque no soy quien debe hablar de esto. Con el tiempo he mejorado con el trato con jugadores. Soy menos rígido. Un entrenador tiene que aprender todos los días. Al principio era más estricto. Ahora soy más flexible.

En concreto Dimitrijevic ha explotado definitivamente bajo su tutela (19 puntos de promedio). ¿Cree que podría ser un primer espada en la Euroliga en Milán, donde jugará la próxima temporada?

Veremos qué pasa. Espero que sí. Cuando vinieron Hezonja y Lorenzo Brown lo hicieron tras malas temporadas y ahora ya ves lo que son: nadie creía en su capacidad y ahora se pelean por ellos. Nenad tiene un talento increíble, aunque tiene trabajar mucho a nivel físico porque en la Euroliga se va a encontrar mayores físicos. Creo que lo superará.

¿Se parecen el ‘Peras’ jugador y el ‘Peras’ jugador? Se le suele recordar como un estilista, como un tirador, aunque no renunciase a la pelea…

Es que yo no tenía físico, no podía jugar de otra manera. Pero sí siempre creí en mí al máximo. También era otro mundo, un nivel de baloncesto que no tiene que ver con el de ahora. Ahora son atletas y la selección de jugadores va en esa línea. Yo tenía un estilo un poco parecido a Dimitrijevic, que decían que no podía jugar conmigo y al final lo ha hecho muy bien. Los jugadores de talento siempre encuentran su sitio.

Dusko Ivanovic acaba de cerrar otra etapa en Vitoria, la cuarta. Parece un banquillo que solo pueden llevar entrenadores que entiendan muy bien la filosofía del club…

Esto quien lo tiene que responder es Querejeta. Es él quien decide quién entrena.

Otro lugar donde dejó huella usted fue Fuenlabrada. El equipo, tras descender hace un año, no ha conseguido meterse ni siquiera en los ‘playoffs’ de la LEB Oro en este. ¿Le sorprende?

Fue un milagro que estuviesen tantos años en acb. Económicamente siempre estaban al borde. Si una temporada no aciertas mucho estás en problemas. Fuenlabrada tiene una historia de baloncesto, pero no es fácil mantenerse arriba.

Y el baloncesto croata, ¿cómo lo ve? ¿Pasará la selección la criba del Preolímpico?

El grupo es muy difícil. Grecia juega en casa y también está Eslovenia como rival fuerte. Pero Croacia demostró que puede hacerlo bien con gente como Mario Saric, Hezonja y Zubac, que están su mejor momento. Habrá una oportunidad. Hace cinco años conseguimos clasificarnos porque estas cosas se suelen decir a un partido y puede pasar de todo.

Pero desde que falleció Drazen Petrovic y se retiró la generación que logró la plata en Barcelona-92 liderada por Dino Radja y Toni Kukoc, su país ha acumulado muchísimas decepciones…

Es cierto, aunque soy optimista y no es todo tan negro como parece. El problema es la competición doméstica, en la que los clubs tienen graves problemas económicos. La Cibona está siempre al borde de la desaparición y otro antiguo campeón de Europa como la Jugoplastika también. Siguen saliendo muchos jugadores, pero salen muy jóvenes, se desarrollan fuera y no vienen a jugar con la selección.

En sus dos años como madridista, Mario Hezonja se ha confirmado como un jugador diferencial. A usted no le sorprende, obvio…

Lo trajimos después de unos meses en el Panathinaikos y fue una estrella increíble en la VTB League que ganamos. Dominaba la competición porque tiene la capacidad de hacerlo, sin duda. Es un chico excelente. Tiene carácter, con sus más y sus menos, pero es manejable y se puede trabajar con él. A veces hace declaraciones inesperadas con las que se hace daño a sí mismo. Sin embargo, cuando entras en su cabeza no te puedes cabrear con él porque te das cuenta de que no tiene ninguna maldad.

Y usted, la próxima temporada, ¿qué?

Ahora mismo lo primero que tengo que hacer es operarme de una cadera, algo que arrastro todavía de jugador, como nos pasa a muchos. Ya lo hice de la otra hace unos años. En nuestra época no se prestaba demasiada atención a los estiramentos, a la recuperación. Éramos muy brutos.

Pues se le ve fino todavía…

Entrenar baloncesto genera demasiada tensión y por eso estoy así.

Por cierto, en 2007 sufrió una angina de pecho cuando entrenaba al Baskonia. ¿Cómo han ido sus análisis todos estos años?

Perfectos. No he tenido ninguna secuela.

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