«¿Quién demonios es esta jugadora?”, preguntó Kevin Durant en lo que creía que iba a ser un día cualquiera de 2018. La leyenda NBA, sentado en las gradas de un pabellón en Chicago, había ido a disfrutar de una jornada de baloncesto de instituto. No obstante, lo que era un evento más de su ajetreada agenda, se convirtió en un domingo inolvidable gracias a una joven base de apenas 16 años. Su nombre, Caitlin Clark. “Es la mejor jugadora del país”, le respondieron. Y esa conversación, de las que muchas veces se tienen en pequeños torneos y constantemente caen en el olvido a posteriori, se le quedó grabada en la memoria a KD. Tan grabada, de hecho, que todavía hoy la recuerda cada vez que tiene ocasión en podcasts y redes sociales.
Lo curioso es que su reacción fue idéntica a la experimentada por miles de aficionados en algún momento de los últimos tres años. Los tiros desde más allá de los ocho metros, su capacidad para realizar steps back sin esfuerzo aparente o las paradas en plena transición ofensiva para encadenarlas con triples imposibles, han hecho de Caitlin Clark una jugadora de culto. “Nunca haces un mal tiro si tiras como ella”, reconocía Stephen Curry el pasado marzo, en un ejercicio bastante similar al de mirarse a un espejo.
Wow
La canasta del récord
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— Gigantes del Basket (@GIGANTESbasket) February 16, 2024
Clark es puro show en su envoltorio, pero baloncesto ganador en su interior. Del que abarca todas las facetas del juego, incluida la del liderazgo. Pese al interés de las mejores universidades, decidió hacer grande a la de su tierra. Iowa. ¿La fórmula? El trabajo. Incluso llevándolo en ocasiones hasta el extremo, porque ella nunca entendió de grises. O era la mejor o no podía ser una más, incluso en sus etapas de formación cuando competía entre chicos. Una forma de ver todo que le ha hecho pecar en más de una ocasión de exceso de protagonismo, malas decisiones en cancha o demasiadas pérdidas. Tres ámbitos que va corrigiendo con el paso del tiempo, provocados por la libertad de la que siempre ha gozado y de la necesidad que tenía su equipo de apoyarse en ella. Porque sin todos estos aspectos, tampoco existiría la Caitlin Clark que conocemos hoy en día.
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Si todo esto suena especial, lo mostrado con su pase no debería situarse en un escalón inferior. Allí donde algunos ven a una base de Iowa, ella se siente enganche en su interior. La posición del 10, la mediapunta del equipo. Esa figura encargada de dar el último pase sobre el verde de los campos de fútbol, deporte que nunca se le dio mal y que terminó aparcando por el baloncesto, con la total libertad para dar rienda suelta a la creatividad de su cabeza. Esa mentalidad, unida a su pasión total por el juego de Pete Maravich, ha terminado por formar a una jugadora que no descarta ni un solo ángulo a la hora de encontrar a sus compañeras. Tampoco ninguna distancia para tirar. Como si de un solo de piano se tratara, su otra gran pasión de adolescencia, todo fluye a un ritmo superior, diferente, especial. La velocidad a la que funciona su mente.
As good as it gets 😎@CaitlinClark22 x @kate_martin22 #Hawkeyes pic.twitter.com/0PniNKaE5Y
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Mucho más allá de lo que sucede en la cancha
Fuera de las canchas, a sus 21 años, Clark se ha convertido en todo un fenómeno de masas. Principalmente en Iowa, donde la locura se desató conforme fue avanzando su primera temporada. Las Hawkeyes, conocidas por ser un programa que rara vez llenaba su pabellón, pasó a hacerlo con regularidad. Sin embargo, apenas dos años más tarde, aquella realidad también queda lejana: todos los abonos de la temporada 23-24 se vendieron en agosto. Tres meses antes de que se disputara el primer encuentro.
Durante el pasado más reciente, las escenas de pasión y locura por la gran estrella de la NCAA se han ido sucediendo. En un partido de los Iowa Cubs (baseball), el equipo organizó un encuentro en la previa entre sus aficionados y la jugadora de baloncesto en los aledaños del estadio. La cola llegó a cubrir más de 600 metros, lo que provocó un tiempo de espera superior a la hora para los últimos en llegar. Poco más tarde, con la pretemporada a la vuelta de la esquina, Iowa batió el récord histórico de espectadores en un partido de baloncesto femenino: 55.656. El evento, con fines benéficos, contó con su estrella local como cara principal. La recaudación superó los 200.000 dólares.
Pero sería injusto limitar su influencia a su estado natal. La base de las Hawkeyes se ha convertido en un foco muy importante para el resto de universidades, provocando que algunas como Northwestern, que jugará a finales de enero de 2024 ante Iowa, anunciara en octubre que todas las entradas habían sido ya vendidas. El siguiente paso de una tendencia natural que se lleva observando desde el año pasado, cuando las audiencias de televisión se dispararon de manera progresiva en los partidos de Iowa hasta alcanzar la cumbre en el March Madness.
Con Caitlin Clark completamente desatada en la pista, alcanzando picos de confianza muy pocas veces visto, Iowa se plantó en la final nacional de la NCAA ante LSU. El conjunto de la siempre polémica y experimentada Kim Mulkey, que contaba con Angel Reese como referencia absoluta de su recién creada plantilla. ESPN se frotó los ojos, a la vez que las manos, con los resultados de aquel encuentro. El choque rozó los 10 millones de espectadores de media y superó los 12.5M en su pico de audiencia. El partido de baloncesto femenino universitario más visto de la historia.
Todo esto ha provocado que Clark, sin superar los 20.000 seguidores en redes sociales al inicio de su carrera, se encuentre al borde del millón. La misma cifra que se espera que supere, pero esta vez en términos económicos, en sus contratos NIL (nombre e imagen), convirtiéndose así en una de las jugadoras mejor pagadas del mundo gracias a su firma con marcas como Nike. La famosa empresa multinacional estadounidense cerró su acuerdo con la joven de Iowa junto a otros nombres como los de Bronny James (USC), Juju Watkins (USC), Haley Jones (WNBA) y DJ Wagner (Kentucky). Cinco nombres, cuatro de ellos universitarios, que han sido protagonistas de una situación sin precedentes: Nike está vendiendo las camisetas de sus equipos con sus respectivos nombres en la espalda. Un detalle que puede parecer menor pero que es trascendental, puesto que jamás había sucedido con jugadores universitarios.
La WNBA espera su turno
De cara al futuro, las 12 franquicias de la WNBA no pierden de vista cada uno de sus pasos. Tampoco la que llegará en 2025 a San Francisco e incluso la que puede terminar creándose en Denver o Charlotte. A la espera de una nueva y muy sugerente generación de lo que en Estados Unidos denominan ‘combo guards’ (jugadoras que pueden ir al 1 y al 2), todo estará condicionado por la decisión que tome Caitlin Clark.
El número #1 del Draft lleva escrito su nombre desde el año pasado, pero todavía tendremos que esperar para saber si es en 2024 o 2025. «Realmente no es algo en lo que piense todos los días. Lo más importante es que voy a confiar en mi instinto”, aseguró al inicio de temporada. Otra más en la que Iowa experimentará una montaña rusa de sensaciones extremas.
Nada más y nada menos, que las producidas por Caitlin Clark cada vez que salta a una cancha de baloncesto.
Caitlin Clark se ha convertido en la máxima anotadora de la historia de la D1 de la NCAA 🔝🐐
Para celebrarlo, ha regalado uno de sus mejores partidos hasta ahora:
🌟49 puntos (career-high)
🌟5 reb
🌟13 asists
🌟16-31 TC
🌟9-18 T3Descomunal.
pic.twitter.com/u4l0U2Y6F3— Luis Vallejo (@Lvallejocolom) February 16, 2024
*Artículo publicado en nuestra revista 1.539, diciembre de 2023.
Cuándo es la Final Four 2024 de la NCAA Femenina
La Final Four 2024 de la NCAA Femenina será del viernes 5 al domingo 7 de abril y se celebrará en Cleveland. Los equipos clasificados para la final a cuatro son los siguientes
Semifinales – Viernes 5 de abril
- South Carolina vs. NC State
- Iowa vs. UConn