Los Minnesota Timberwolves están acostumbrando a su gente en los últimos años a llegar a los Playoffs, pero realmente es uno de los equipos que menos veces los ha disputado, y toda Minneapolis se ha volcado en la eliminatoria de primera ronda ante los Phoenix Suns.

Dos horas antes de arrancar el choque, en unas calles de una ciudad fría a finales del mes de abril, con 3 grados y en ciertos momentos cayendo nieve, la gente ya estaba lista para la batalla inicial.

Ya dentro del Target Center, pudimos hablar con diversos aficionados del equipo local. Joe, socio de los Timberwolves desde hace más de 15 años, nos habló de lo que significa todo esto para el club y la ciudad.

“Para Minneapolis es increíble que los Wolves hayan accedido a las eliminatorias por el título de la NBA. Tenemos una de las plantillas más ilusionantes que recuerdo y creo que llegaremos lejos”.

Este mismo aficionado, viendo que éramos españoles, no quiso olvidarse de Ricky Rubio. “Una bellísima persona que me regaló muy buenos momentos, le deseo lo mejor”, dijo.

Desde la tribuna de prensa ya se palpaban los nervios desde una hora antes de empezar el partido. Eso sí, la cerveza no fallaba en ninguno de los asientos del pabellón. La presentación de los equipos, espectacular. Cada aficionado tuvo una camiseta blanca de regalo para este partido, y la usaron a modo de bufanda para arengar a los suyos.

Siempre se dice que en la NBA cuesta defender un poco más. En este partido, no sólo defendían los cinco de pista, sino que también acompañaban los más de 17.000 espectadores presentes en el Target Center. Cada vez que Booker o Durant tocaban bola, el pabellón se convertía en una caldera.

Y eso provocó, a su vez, que los ataques de los Timberwolves fueran algo más que notables.

Al descanso, diez puntos arriba los locales (61-51) con 13 puntos de Karl-Anthony Towns, que hizo levantar al público de sus asientos en más de una ocasión.

En la reanudación, cuando más tranquila estaba la situación, la caldera volvió a encenderse rápidamente tras una falta en ataque del visitante Allen. Un niño sentado detrás nuestro lo tenía más que claro: “flagrante”.



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