Contempla cada camino de cerca, entonces hazte esta pregunta crucial: ¿me lleva el corazón por esta ruta? Si lo hace, entonces el camino es bueno. Si no es así, es inútil.

«Las enseñanzas de Don Juan» (1968), Carlos Castaneda

Cuando Jorge propone una ruta que ya ha recorrido para volver a repetirla conmigo, solo significa una cosa, rutòn. Y esta es una de esas rutas, un recorrido mágico que te va poniendo pequeñas dosis de placer, de lenta digestión para terminar la jornada bien saciada de felicidad viajera.

La logística de la ruta no es sencilla, nos obliga a ir con las dos furgonetas para poder realizarla correctamente y sin agobios. Viajamos el viernes por la tarde hasta Tudela, en donde Jorge había reservado una pensión y unas plazas de aparcamiento económicas.

Como no conocía Tudela y tenía 3 horas hasta que llegara aprovecho para visitar la ciudad que me gusto mucho. Por la mañana desayuno en Tudela y tras dejar la furgoneta en otro aparcamiento, no nos gusta que nos tomen el pelo, no dirigimos hasta Soria, nuestro punto de partida.

En Soria dejamos la otra furgoneta aparcada en otro aparcamiento y comenzamos nuestra aventura. Primera parada el gran perro de cerámica que hay en el parque municipal y en donde también nos cargaremos de agua para afrontar la ruta. Soria nos deleita con su frescor matutino, pero tras grabar la entrada para el canal de YouTube en las letras instagramer con el nombre de la ciudad comenzamos a rodar nuestro viaje por el camino de baldosas amarillas que nos llevará hasta la ermita de San Saturio. Enclavado en la ladera de un monte a modo de balcón sobre el río Duero, es un lugar increíble que merece una parada y visita. Soria es una de estas ciudades que enamoran, te atrapan una vez que estás en su entorno y engatusan para permanecer en ella. Avanzamos despacio, siguiente el monasterio de San Juan de Duero. Con la visita obligada a sus arcos y como no, al monumento de Gustavo Adolfo Bécquer frente al monte de las ánimas. Con apenas dos kilómetros de ruta recorridos, esta aventura promete y dejamos atrás el entorno de Soria ciudad para recorrer las pasarelas del Duero, un recorrido sobre pasarelas de madera que entramos van colgadas sobre el río que son una delicia y toda una experiencia recorrerlas con la bici. Pero aún quedará un buen tramo de senda junto al río que en conjunción al ir pedaleando nuestras bicis eléctricas nos permite disfrutar como nunca este maravilloso entorno.

Nuestra siguiente parada será Numancia. Otra de las grandes ventajas de la bicicleta eléctrica es poder disfrutar más del entorno y las opciones culturales que te ofrece, pagamos los 6 € de la entrada y visitamos este valuarte de la resistencia hispana frente al imperialismo romano. Tras la visita a las ruinas comemos un buen bocata y retomamos nuestro viaje por el camino antonino plagado de restos de campamentos, fuentes, milenarios y puentes que nos recordaran la presencia del imperio romano en España.

Si recorres esta ruta te llamará la atención, la soledad y la tranquilidad del camino, algo que se agradece cuando tu objetivo de fin de semana cuando te subes a la bici es huir del mundanal ruido, de la masificación, el hormigón y las luces artificiales. Sin grandes colinas ni ascensiones, el paisaje te regala una vista relajada de pistas que juguetean entre cultivos, cielos azules que dan el contrapunto a un verde intenso, Soria me ha sorprendido por sus praderas de verde intenso, salpicadas de campos de girasoles y tierra labrada.

Nuestra ruta es la del camino natural del agua Soriana, pero también se entrecruzan otras rutas como la de los torreones, que por sí misma tiene una buena rodada.

El agua, como no, tiene un lugar protagonista en esta ruta, tomando la palabra en cuatro momentos durante el viaje. El primero al salir de Soria, el Duero y su entorno, que de por sí merecen un monográfico, el segundo es el nacimiento del río Queiles. Nace de una sima del Moncayo y ve la luz en un entorno precioso del pueblo de Vozmediano, que le pone sintonía a un paseo precioso bajo el castillo.

El tercero sería la Laguna de Lor, leí en el blog de sapos y princesas “Dicen las leyendas que la Laguna de Lor está habitada por hadas y que, mientras paseas, si estás en silencio, puedes escuchar sus lamentos y suspiros”. No pudimos escuchar a las hadas, pero sí disfrutar de su maravilloso entorno que nos dejó en el cuarto pilar de esta ruta del agua que es el canal imperial del Ebro y el mismo río Ebro que nos acompaña en los últimos kilómetros de la ruta.

Esta también te sorprenderá con la población de los Fayos, con sus formaciones geológicas impresionantes, las cuevas sobre la localidad. Todo el entorno mágico a la largo del viaje que te hace volver a releer a Bécquer, plaza de toros viejas a modo de corrala y un montón de iglesias salpicadas por el camino que bien merecen una parada.

Margaret Mazzantini dijo:  La vida es como el agua, que desaparece y luego surge de nuevo donde puede, donde debe. Como en esta ruta que te dejará un gran sabor de boca en lo deportivo, en el disfrute ciclista, con sendas de gran belleza, pistas para la gravel que son autopistas hacia la libertad, caminos que te hacen sentir pleno y feliz.

 

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Track de la ruta



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