Crucero para descubrir Burdeos y alguno de los mejores vinos del mundo


Un crucero por las aguas que cortejan al mejor vino del mundo

Seis días para descubrir Burdeos y sus ríos rodeados de viñedos y cultura

Cada uno de los ríos que atraviesan Francia tiene su propia personalidad, vinculada a las tierras que baña. El Sena es protagonista indiscutible de la capital, separando –mejor sería decir uniendo– las dos orillas de París y también marcando la ruta en su camino a Normandía que siguieron los maestros impresionistas. El Loira está unido a la impresionante belleza del medio centenar de castillos cuyos cimientos baña y donde ha transcurrido buena parte de la historia del país. El Ródano es tal vez el más cambiante con un curso que comienza en las altas cumbres de Suiza, visita las históricas ciudades de Lyon y Aviñón, hasta llegar a las tranquilas aguas del Mediterráneo, después de fecundar la insólita región de la Camargue con sus caballos que nacen negros y crecen blancos y sus miles de flamencos. También el Rin, el gran río europeo que baña las tierras de Suiza, Alemania, Países Bajos y tiene un breve protagonismo en la Alsacia francesa.

Pero más al sur, en torno a Burdeos, el Garona, el Dordoña y el Gironda –que en realidad no es un río, sino el estuario que forman en la desembocadura los otros dos–, forman un conjunto lleno de encanto cuyas aguas dan protagonismo, curiosamente, al mejor vino del mundo: el Burdeos. Siguiendo el curso del Garona y el Dordoña, entre el océano, los viñedos, las dunas y las marismas, se descubrirán multitud de peculiaridades del suroeste francés. Burdeos, Pauillac, Blaye, Medoc, Saint-Emilion, Cadillac, son los ilustres nombres de las ciudades que constituyen un patrimonio de excepcional riqueza. Evocan, por supuesto, los Grands Crus franceses, los castillos con sus viñas de fama mundial, las bodegas prestigiosas y acogedoras que ofrecen excursiones repletas de promesas gustativas.

Y para disfrutar de esta región, visitar paisajes y ciudades deslumbrantes, saborear sus caldos y su gastronomía y, además, gozar de un recorrido pausado, con todo resuelto y tiempo para la cultura, la actividad o el descanso, nada como embarcarse en uno de los cruceros que desde Burdeos ofrece la compañía CroisiEurope, la mayor naviera fluvial de Europa. Y es que los cruceros están seduciendo a un creciente número de viajeros, y es el único segmento de turismo que sigue aumentando de año en año. Los viajes por mar tienen muchos atractivos, pero pueden pecar de cierta monotonía y de la masificación que exigen los grandes barcos. Lo que ahora se está imponiendo son los cruceros fluviales, especialmente aquellos que recorren los grandes y pequeños ríos europeos.

Con todo resuelto

Sus ventajas son bastante evidentes. Un crucero fluvial es el más cómodo y despreocupado medio de conocer otros países, otras formas de vivir. El hecho de recorrer Europa admirando ricas culturas, que se fueron originando al calor de las cuencas de sus ríos, es una experiencia tan atractiva como inolvidable. A bordo todo son facilidades. Se trata de unas verdaderas vacaciones a su aire deleitándose con el paisaje cambiante de las orillas –viñedos, abadías, castillos, pueblitos– y el propio tráfico del río, en esta zona abundan las gabarras, filadieras —pequeños pesqueros de vela que deben su nombre a su forma de lanzadera–, y, de vez en cuando, grandes paquebotes de 280 metros de eslora. 

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