La Serie Nacional de Béisbol Cubana: Un circo decepcionante

En un país donde el béisbol es más que un deporte, es parte del tejido cultural, la Serie Nacional de Béisbol Cubano debería ser la joya de la corona. Sin embargo, lamentablemente, lo que alguna vez fue un espectáculo de calidad ahora se ha convertido en un circo decepcionante.

La decadencia de la Serie Nacional no puede pasarse por alto. ¿Cómo es posible que una liga que alguna vez fue cuna de talento de clase mundial ahora se haya sumergido en las profundidades de la mediocridad? Para comprender la magnitud del problema, basta con mirar hacia el norte, hacia el sistema de ligas menores de Estados Unidos.

Tomemos como ejemplo la Clase A, donde la edad promedio de los jugadores apenas supera los veinte años. Según datos recientes, la edad promedio de los bateadores en la Liga de California es de 20.9 años, mientras que la de los lanzadores es de 22.2 años. Si bien no es una comparación exacta debido a las diferencias en la estructura y el desarrollo del talento, sirve como un indicador general.

En la Serie Nacional, la edad de los jugadores varía ampliamente, desde veteranos hasta jóvenes promesas, pero la constante es la misma: una falta alarmante de talento. Si analizamos la cantidad de juegos jugados por cada liga, aunque en la Serie Nacional la mayoría de los equipos tienen alrededor de 35 juegos, en la Clase A tienen entre 17 y 18 juegos, lo que lleva a un total de datos comparable, considerando que hay 30 equipos en la Clase A y 16 en la Serie Nacional.

Centrándonos en el pitcheo, la disparidad es aún más evidente. Según las estadísticas más recientes, los lanzadores de la Serie Nacional tienen un promedio de carreras limpias de 5.36, con un WHIP de 1.68. Comparemos eso con la Clase A, donde los lanzadores registran un promedio de carreras limpias de 4.09 y un WHIP de 1.40. Además, el control es un problema grave en la Serie Nacional, con una alarmante tasa de 4.60 boletos por cada nueve entradas, en comparación con 2.5 boletos en la Clase A.

Si analizamos el radio de ponches por bases por bolas en cada liga, el de Clase A vuelve a ser superior al otorgar 2.14 ponches por cada boleto, mientras que en la Serie Nacional es de apenas 1.09. Esto sin tomar en cuenta que la velocidad media de la recta en la Clase A en 2024 es de 92.8 MPH, considerablemente superior a la modesta velocidad promedio en la Serie Nacional, que se sitúa unas 7-8 millas por debajo.

En cuanto a la defensa, aunque ligeramente mejor en la Serie Nacional en términos de porcentaje de fildeo (con un 966 por un 964 en la Clase A), no puede compensar la falta de calidad en el pitcheo y en el bateo. Es cierto que los muchachos de la Clase A están varios niveles por debajo de las Grandes Ligas, pero eso solo subraya aún más la gravedad de la situación en Cuba.

A pesar de la evidente falta de calidad en el terreno de juego, el aspecto económico de la Serie Nacional de Béisbol Cubano también arroja luz sobre la situación precaria de la liga. Mientras que los jugadores reciben un salario mensual de 3500 pesos cubanos los del equipo principal y 2500 los de la reserva, los árbitros, según lo informado por Cesar Valdés, el Jefe Técnico del Arbitraje del Béisbol en Cuba, ganan cifras irrisorias. Con salarios que oscilan entre 50 y 100 pesos cubanos por juego, los árbitros reciben una compensación que apenas roza los centavos en términos de dólares estadounidenses.

Si hacemos la conversión de los salarios a dólares, la disparidad se vuelve aún más evidente. Un dólar estadounidense equivale a aproximadamente 370 pesos cubanos en el mercado informal. Esto significa que, en términos de dólares, los jugadores del equipo principal ganan alrededor de 9.46 dólares al mes, mientras que los de la reserva reciben unos 6.76 dólares. En contraste, los árbitros ganan una fracción de este monto, con compensaciones que van desde los 0.14 hasta los 0.27 dólares por juego, dependiendo de su posición.

Es evidente que la Serie Nacional de Béisbol Cubano ya no despierta el interés y la pasión de las generaciones actuales. En un país donde el fútbol está ganando terreno como el deporte favorito de los jóvenes, el béisbol se está quedando en el pasado, y no es difícil entender por qué. Con un nivel de juego tan pobre y una falta de talento notable, ¿cómo se puede esperar que los fanáticos sigan apoyando a sus equipos?

Dicen que el gobierno cubano siempre proporciona “pan y circo” para mantener a la población entretenida y distraída. En el caso del béisbol, parece que el “circo” es lo único que queda. Es hora de que se tomen medidas serias para revitalizar el béisbol en Cuba y devolverle su gloria perdida, antes de que sea demasiado tarde.



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